EL SUEÑO DE LA INTEGRAL DE PEUTEREY
El alpinista es quién conduce su cuerpo allá dónde un día sus ojos lo soñaron. Gaston Rébuffat

Todos tenemos un sueño, algo irrealizable que soñamos un día poder realizar.

A mí me gustaría soñar con el Nanga Parbat, aunque sé que con eso no puedo ni soñar. Pero el día que vi el documental de Al Filo, en el que Esther Sabadell y Elena de Castro recorrían juntas los ocho kilómetros de longitud de la Arista de Peuterey, partiendo de Courmayer, escalando y pasando por encima de la punta Gamba, las puntas Welzenbach, la punta Brendel, la Aiguille Noire del Peuterey, las brechas que rodean las Dames Anglaises, la punta Guillermina, la Aiguille Blanche de Peuterey, el collado de Peuterey, el gran pilar D"angle, el Monte Bianco de Courmayer y el Mont Blanc (4.808m), decidí cual iba a ser mi sueño.

Un sueño posiblemente más difícil y arriesgado que subir un 8000 por una ruta normal, pero económicamente al alcance de un "currante".

Un sueño que requiere años de experiencia y preparación para poder afrontarlo con garantías.

Un sueño que seguramente nunca haremos realidad, porque sólo es eso, un sueño. Pero, ¿quién sabe? Es bonito soñar.